“Ciencia y Tecnología contra el Hambre” es una convocatoria del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT) que apunta a potenciar, desde el sector científico-tecnológico, las acciones públicas que reviertan problemáticas como la malnutrición infantil, la emergencia alimentaria y la pobreza en todo el territorio nacional. En total se presentaron 451 proyectos de los cuales sólo 5 seleccionados son de Tucumán. Entre ellos se encuentra el proyecto del INBIOFIV.
Las comunidades originarias son poseedoras de numerosos saberes. Captarlos o catalogarlos a través de nuestra cultura occidental es una tarea que no resulta sencilla, por eso reconocer y poner en valor estos saberes populares es uno de los pilares de este proyecto. “Junto al equipo que dirijo venimos trabajando hace muchos años en los Valles Calchaquíes. Trabajamos en conjunto investigadores y la comunidad de la zona estudiando la flora nativa, las plantas medicinales y alimenticias que usaban desde tiempos ancestrales los miembros de la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle”, explicó la Dra. María Inés Isla -Directora del INBIOFIV-. “De hecho –agregó- hace tiempo se firmó un acta acuerdo con la comunidad para trabajar en conjunto con algarrobo y recientemente el Rector de la UNT firmó un convenio gestionado por INBIOFIV para trabajar en el marco de un Proyecto Institucional en productos medicinales ancestrales”.
El proyecto aprobado recientemente por el MINCyT está dirigido a promover la seguridad y soberanía alimentaria, reforzar y complementar la alimentación de las Comunidades Indígenas y Campesinas de Amaicha del Valle mediante la revalorización y aprovechamiento de un recurso vegetal nativo: el algarrobo. Se busca generar una cadena de valor aprovechando el fruto entero inclusive las semillas que, por lo general, son descartadas. “Demostramos que las semillas son muy ricas en proteína de alto valor nutricional, libren de gluten -por lo que sus harinas son aptas para celiacos y tienen propiedades como antioxidantes, antiinflamatorios y para disminuir el colesterol y proteger el sistema cardiovascular, incluso encontramos unas sustancias que podrían usarse como colorantes alimenticios”, contó Isla.
Mediante el desarrollo de un protocolo de producción sustentable de harinas elaboradas a base de vainas, mesocarpo y semillas de algarrobo se pretende obtener un producto certificado por su calidad y denominación de origen. Por otro lado, se propone elaborar al menos dos productos alimenticios funcionales utilizando estas harinas y otros productos locales. Asimismo, se generarán espacios interculturales que permitan rescatar usos tradicionales sobre las vainas de algarrobo con fines alimentarios y transferir las tecnologías y procesos desarrollados.
De esta manera, se ayudará a paliar deficiencias nutricionales en la población y a disminuir trastornos tales como diabetes, obesidad e hipertensión.
Además del impacto que se espera en salud, la producción de harinas orgánicas no refinadas de vainas enteras de algarrobo, serán un beneficio y estímulo a la producción y economía local y regional (Bioeconomía).
El proyecto involucra la activa participación de la comunidad local, el consejo de ancianos, grupos de mujeres productoras de pastelería a base de harina de algarrobo, alumnos de las carreras de gastronomía en la Escuela de adultos de Amaicha del Valle, alumnos y docentes de la escuela agrotécnica de Amaicha del Valle, la referente en educación modalidad intercultural bilingüe, extensionistas del INTA, miembros de la Dirección de alimentos de la Secretaría de Desarrollo Productivo de la Provincia, e investigadores becarios y técnicos de INBIOFIV (CONICET-UNT)”, aseguró la Doctora Isla.
Para dar sostenibilidad a esta producción se hace necesario el enriquecimiento del bosque de algarrobos para lo cual se prevé la producción de plantines de algarrobo a partir de la práctica de vivero comunitario, supervisada por especialistas del INTA, en particular el Ingeniero Morandi.
Si bien en esta primera etapa se trabajará en Amaicha del Valle, a idea es abarcar toda la zona de los Valles Calchaquíes y luego incorporar este producto en otras comunidades de Tucumán.
“Para terminar quiero destacar la activa participación de la Dra Catiana Zampini -Vicedirectora de INBIOFIV, investigadora de CONICET y docente investigadora de la Facultad de Ciencias Naturales e IML- y de la Dra. Cristina Perea -Docentes investigadora de la Facultad de Ciencias Naturales e IML e integrante de INBIOFIV- en la elaboración de este proyecto. Así como también los aportes en el estudio de algarrobo que viene realizando la Dra. Florencia Cattaneo.-investigadora de INBIOFIV y docente de la Facultad de Ciencias Naturales e IML- y la Dra. Jorgelina Pérez -investigadora de INBIOFIV- junto a otros investigadores y becarios del INBIOFIV y de otras instituciones que nos vienen acompañando hace tiempo en este proyecto”, finalizó la Directora del INBIOFIV. Asimismo destacó el apoyo que, en todo momento, brindó el Cacique, Consejo de Anciano y referentes de la comunidad.