DETRÁS DE UNA TESIS

  • 02 Octubre, 2019
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Lo valioso es aprender

La vida siempre nos brinda oportunidades para continuar aprendiendo y aproveché una de ellas. Proponiéndome como meta ser Magister en Gestión, que comencé a imaginarme cuando fui secretaria de esta carrera, momento en el que pude apreciar su gran valor y con pesar tuve que dejar este trabajo durante el cursado para conseguirla.

La maestría incluía la realización de una tesis y al pasar más de un año de haberla iniciado, empecé a pensar en el tema y en el director para la misma. Al no trabajar en un área específica de investigación, no sabía en qué temática ni cómo abordarla según mis posibilidades, así que empecé a hablar con quienes tenía confianza y podían orientarme. Cambié muchas veces de tema, hasta que decidí investigar un proceso erosivo de suelo con el “diretorito”, como lo comencé a llamar.

Fueron muchos años de aprendizaje, sobre todo porque me iniciaba en un área diferente a mi especialidad, dado que soy Licenciada en Ciencias Biológicas, lo que me llevó a sentirme nuevamente como una estudiante. Este trayecto implicó una mezcla de sentimientos encontrados, lloré varias veces de cansancio y frustración, muchas frente a la computadora e incluso ante el diretorito; pero también me asombré cuando lograba entender y conseguir avances, una felicidad inmensa. Seguramente dentro de unos años sólo recordaré los buenos momentos, principalmente los viajes de campo acompañados con la “codiretorita de corazón”. Estas salidas llenas de bromas y charlas, tan divertidas y cansadoras al mismo tiempo, especialmente durante el verano en Santiago del Estero, me recordaron uno de los motivos por los cuales amo ser parte del “Lillo”.

Al iniciar este camino sabía que implicaría un gran esfuerzo, pero no lo dimensioné hasta que lo transité. En algunos momentos me sentí fraccionada, con las manecillas del reloj moviéndose muy rápido, dado que la tesis no estaba relacionada con mis trabajos y que me ocupaban toda la jornada. Sin embargo, la llevé adelante junto a mi inseparable compañero, “el mate amargo”. Los innumerables litros que habré tomado durante los días de laboratorio, de campo, las reuniones y en la soledad de la redacción del manuscrito. Me ayudaba a pasar los momentos difíciles, como cuando retomaba la escritura del mismo, lo releía y pensaba “no se entiende, ¿qué quise decir”? y lo reescribía, pero lo terminé.

El apoyo, contención y amistad fueron uno de los pilares principales para la concreción de la tesis, como la brindada por dos de mis jefes (de la Secretaría de Posgrado de la Facultad de Ciencias Naturales y de la Maestría en Gestión Ambiental), al permitirme llevarla a cabo en los horarios de trabajo en muchas ocasiones. La familia con su silencio me decía que siga adelante, que lo valía. Los amigos de la facultad, la “codire” y el “dire” ayudándome con las consultas. Los demás allegados dispuestos a escucharme múltiples veces de los “piping”, a pesar de que desconocían el tema.

La formación y los conocimientos adquiridos en la MGA resultaron de un gran nivel y es un posgrado que resalta la importancia de las ciencias naturales y del trabajo interdisciplinario en cuestiones ambientales. Este camino lo recorrí en búsqueda de un crecimiento personal y académico. Considero que el estudiar es muy valioso, más allá de los réditos monetarios que serían muy importantes si se consiguieran en conjunto, pero no es lo primordial. Lo principal es aprender, así que si alguien me pregunta si le recomiendo una carrera de posgrado que incluya una tesis, le aconsejaría que sí, considerando que la satisfacción supera todas las dificultades; que preferentemente elija un tema que esté relacionado y/o que pueda hacerlo en su trabajo; que tenga en cuenta y acepte el tiempo real que tiene para dedicarle, siendo flexible antes las diferentes situaciones y, también, que elija un buen director que sepa y pueda guiarlo. Es decir, una persona que acompañe en todo el trayecto; ya que para mí fue quién siempre trabajó conmigo, sin presionar y considerando mis posibilidades. Así, finalmente llegó el día en que conseguí terminarla y defenderla, con un gran alivio y felicidad, y en mi caso estando orgullosa de ser egresada de la Facultad de Ciencias Naturales, esta vez con un título de posgrado.

María de los Angeles Pereyra