Lo que sin lugar a dudas supuso esta contingencia es que generó una crisis en la seguridad del ser; todo aquello que hacíamos de manera rutinaria y que nos daba tranquilidad y confort, se derrumbó, se cayó inesperadamente.
Un tal día, en una tal fecha, por una tal pandemia, la vida nos cambia de golpe. Nos obligan a quedarnos en casa y, además, a no salir como una forma necesaria de cuidarse uno mismo y de cuidarnos comunitariamente. El confinamiento nos ha producido un fuerte impacto emocional -temor- desconfianza, inseguridad. ¿Díficil? Sí, por supuesto. Difícil y complicado, el virus – invisible – se convirtió en una amenaza que nadie ve pero que todos sabemos existe. Este ordenamiento supuso cambiar de un día para otro nuestros hábitos. Nos enfrentó a lo nuevo y, por ende, a lo desconocido.
Nos encontrábamos cada uno en su casa, pensando cómo solucionar aquello que necesitábamos para continuar… En menos de 24 horas y gracias a la virtualidad que se tornó nuestra pieza clave y más importante ya habíamos resuelto reunirnos, trabajar en equipo, distribuir tareas y seguir teniendo presencialidad remotamente. Y así como nosotros…muchos más. Docentes que se han puesto sobre sus hombros continuar con las clases virtuales, pensando en la realidad y en las posibilidades de cada uno de sus aprendientes; estudiantes intentado abrir las aulas en plataformas que alguna vez utilizaron como complemento a sus clases, utilizando whatsapp como un medio para aprender, cuestionándose cómo utilizar Word, generar una tabla o , simplemente, realizando en sus carpetas las tareas que alguien les hizo llegar por algún medio…y así…cada quien enfrentado lo novedoso con la incertidumbre y la angustia que indefectiblemente genera.
La cuarentena posibilitadora de qué…sin lugar a dudas, nos habilitó a pensar y pensarnos diferente, a reflexionar en torno a lo que se vendrá, a desarrollar capacidades que las teníamos dormidas y a utilizar los medios de una forma en la que no habíamos pensado que era posible hacerlo, a mirar al otro como diferente, reconociendo en cada uno sus potencialidades y sus limitaciones…¡Siempre pensando en posibilidades!
¿Cómo volveremos a insertarnos en nuestros espacios?… Seguro será de una manera distinta. Romper con la estructura de lo cotidiano, reclutarnos, volvernos sobre nosotros mismos y repensar la tarea, nos abrió posibilidades que nos permitieron reinventarnos y recrearnos. Es sólo cuestión de aceptar este desafío y darnos la posibilidad de emprender el camino de una forma diferente.