La defensa de doctorado, presencial, pública y abierta había quedado suspendida hasta nuevo aviso. No fue de las mejores noticias que pude haber recibido, sin embargo hoy veo con otros ojos lo vivido. Gracias a las ganas de seguir adelante por parte de la gente de la secretaría de posgrado, con Pablo Sesma a la cabeza, se gestó la posibilidad de una defensa virtual, manteniendo el carácter de defensa pública y abierta. Los papeles fueron y vinieron, y ya no eran en la secretaría, sino vía mail, incluso faltando diez días para el evento ya el contacto era directo vía Whatsapp, con notificación de lectura y todo. Pablo planeó todo, me propuso una fecha y horario de defensa, que al parecer mediante un grupo de WhatsApp coordinaron todos con los jurados. A los pocos días ya me envió el link de Zoom, con título de reunión fecha y horario. Me preparé entonces pensando en que no iba a poder gesticular mucho, ni señalar con mis manos una pantalla que no iba a estar detrás mío, sino en frente. Nada de puntero láser, sino cursor. Por las dudas le hablé a Jorge, el propietario del servicio de internet de mi pueblo, comentándole la situación y pidiéndole la mayor velocidad de subida que pueda darme. Jorge no solo atendió mi pedido de velocidad de subida sino que me dio prioridad en su sistema. Ya faltaba menos, y dos días antes de la defensa hicimos una prueba de conexión con los jurados, mis directores, y Pablo. Todo salió de lujo. Llegado el momento, Miércoles 20 de mayo 8.30am (tempranito, buscando encontrar una red descongestionada), Pablo me dijo, Emiliano, si te parece podés empezar con la presentación. Di clic a compartir pantalla, tildé la opción de optimizar video para compartir pantalla y también la de compartir sonido de la computadora. Mi idea era transmitir un poco de la vida de los burritos, las aves que estudio, mediante un video y varios de sus cantos. Las diapositivas fueron pasando y todo fue fluyendo muy bien. Entre diapositiva y diapositiva intentaba esperar un poco y que la ansiedad no me gane, tratando de compensar cualquier tipo de lag existente entre audio y video en los dispositivos de los espectadores. Finalmente llegué a la que decía: gracias! Había terminado. El jurado hizo sus comentarios y sus devoluciones, contesté a sus preguntas y Pablo dijo: "Bueno, ahora que les parece a todos si prendemos nuestras cámaras y micrófonos para darle un merecido aplauso a Emiliano y nos ve desde nuestras casas". Me sorprendí! Había 25 cuadraditos de video o más frente a mi, en mi casa, en mi computadora, en la misma que había estado sentado en frente por más de cinco años esperando ese momento. Miro un poco más detalladamente y había una flechita en un costado que decía "1/2". Hago clic y en un mundo paralelo había otros 25 cuadraditos más aplaudiendo y saludando. Increíble, yo no lo había notado y era mucha la gente que estaba ahí. Algunos incluso se prepararon para el evento como si fuese un partido de fútbol o una película, rodeando el televisor, en el sillón, en familia. Hasta me contaron de que usaron un proyector! Otros desde su celular me contaron que vieron y entendieron el PowerPoint muy bien. Increíble. Estaban todos. Incluso mi abuela Lucy me vio y escuchó, gracias a que mi hermana mediante un software había ingresado remotamente en su notebook (sí, Lucy de más de 80 años tiene notebook) para configurarle Zoom. Luego de eso Pablo son sacó a todos del salón. Del virtual claro, y quedamos en espera afuera, mientras que el jurado debatía ahí dentro de ese "cubo"? que iba a ser de mi dictamen. Al cabo de unos minutos, largos minutos, largos, todos estábamos dentro nuevamente y Pablo dio la mejor noticia posible. Comunicado el final feliz, dio lugar a interactuar con toda la hinchada que estando expectante festejaron el dictamen como un gol ganador en tiempo suplementario. Pude hablar con todos, según me comentaron todo se escuchó y vio muy bien. Según Pablo, detalles de los árboles filogenéticos que siempre suelen generar ojos achinados en la gente que quiere hacerle foco a lo que refleja un proyector, en su computadora se pudieron apreciar de mejor manera. Y finalmente, lo mejor de todo, la mejor forma de estar conectados fue la distancia. De no haber sido por este sistema virtual, mi abuela no hubiera podido verme en Tucumán. Uno de los jurados Niels Krabbe, no hubiese podido viajar desde Copenhague. Faltó el abrazo carnal, y unos sandwichitos, pero no faltó el brindis. Giselle, la "Tucu", apareció en pantalla descorchando un vino de media mañana, lo que resultó en un brindis general que cada uno decició desde su casa con qué disfrutar. Salud!