Vocación

  • 30 Mayo, 2020
  • Visto 481 veces

Vocación de escribidor

JP

Dr. José Pablo López. Profesor Asociado de la Cátedra de Petrología. Facultad de Ciencias Naturales e IML. Investigador del INSUGEO (UNT-CONICET)

 
Una siesta calurosa, a la sombra de la añosa palta en la finca de mis abuelos, leyendo una antología de cuentos, es uno de mis recuerdos más queridos. Los guardo ya en tonos de sepia, de una niñez tan feliz que aún hoy me rescata cuando la realidad se empeña en recordarme que la vida es otra cosa, más seria, más complicada, más infortunada.

Y quizás ese recuerdo, al que se unen otros como cuentas de un rosario, en los que estoy siempre con un libro en las manos, escapando a mundos imposibles, viajando a pasados desconocidos y futuros imprevisibles, viviendo vidas prestadas y perdiéndome en metáforas que me trasformaron definitivamente en lo que sea que soy hoy en día.

Una educación humanista fue la arcilla que comenzó a moldear (y aún lo hace) los genios de los Verne, Chejov, Cortázar, Borges, Asimov, Clarke. Le siguieron tantos otros, tantísimos más que construyeron con el tiempo, alrededor de mi universo, una plétora de mundos, con personajes tan complejos como reconocibles, revestidos de múltiples sentimientos tan cercanos y que me fueron llevando por caminos imprevistos. Todo esto terminó por despertar en mí una necesidad imperiosa de volcar en palabras trozos de mi propia vida, de disfrazar en relatos esa parte secreta de mi alma, que me ahogaba en las solitarias e interminables noches de veranos adolescentes. Historias guardadas bajo siete llaves y que, gracias a algún dios precavido y previsor, hace tiempo que están irrecuperablemente perdidas.

Y así, poco a poco fui construyendo un pasatiempo en el que escarbaba en mi memoria, sazonaba con experiencias nuevas y - es preciso confesar – rescataba ideas que había leído por ahí. Poco a poco fui construyendo personajes y situaciones que tenían menos de mi yo cotidiano, aunque siempre están -y estarán- impregnados de mi yo esencial. O eso espero...

Del miedo inicial de que alguien pudiera leer mis desvaríos de escritor -escribidor sería más preciso en mi caso- y condenarme por pretencioso e inepto, pasé, sin solución de continuidad, a la certeza de que en realidad escribía para mí y no para contentar a nadie más. De ahí faltaba solo un paso para volcar mi “vocación literaria destinada al ostracismo” a un blog donde cualquier desprevenido pudiera tener, al alcance de su mano -de su vista, en realidad- un pedazo de mi sustancia.

Luego avancé un intrépido paso más y, escudándome en este aislamiento obligatorio y con la excusa de haber realizado un taller sobre escritura on line, tomé de rehenes a un grupo de amigos distraídos y les compartí mis “manuscritos”. Ya sea porque les gustó o porque son precisamente mis amigos, vi que tuvieron buena acogida y me alentaron a seguir en la brecha (elijo la primera opción, claro). Y para colmo, para inflamar más aún mi ego (que tiene cierta tendencia a hacerlo, admito) una amiga, editora de una revista on-line, me incluyó entre los “colaboradores” en una sección destinada a la cultura. Muy amiga, claramente, dicen mis detractores.

En definitiva, acá estoy, tomando prestadas algunas horas a mi profesión y compartiendo la pasión con este pasatiempo que no tiene otra finalidad que la de permitirme expresar en el papel aquellas improntas que quedan marcadas en mi alma. Huellas de cada uno de los sueños, anhelos y milagros que conmueven mis cotidianas realidades, para darle significado a la magia que me acompaña y le da algún sentido a mi fatigar de cada mañana. Y si algún desprevenido entra a la sección Culturarte de https://es-visiontimes.com/ sabrá de lo que hablo.