Doctorado

  • 31 Mayo, 2020
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¿Qué es un doctorado en investigación?
Reflexiones sobre el grado de doctor y su significancia
Ricardo Montero

HUESO
Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo

Las tesis no pueden ser solamente descriptivas; deben tener hipótesis, demostración. No evaluamos cantidad sino calidad de trabajo. No todo trabajo científico es merecedor de ser una tesis doctoral. La tesis no es para explorar un campo nuevo, es para profundizar una exploración previa. Tiene que ser un avance significativo en el campo. ¿Qué significa “significativo”? La comisión de supervisión debe ser miembro del jurado.

 

 

Estas reflexiones no intentan dar una respuesta única, sino ser las disparadoras de reflexiones, refutaciones, modificaciones. Soy consciente de que hay más de una manera de pelar una naranja, que no todas son igualmente eficientes, y que muchas otras opciones son igualmente o mayormente eficientes que la visión que yo tengo. Pero creo que es importante poder pensar en ideas fundamentales, que muchas veces las damos por establecidas, y que muchas veces no es así.

Lo que sigue no proviene de la experiencia formando doctorandos (quizás yo sea todo lo contrario, lo que quiera que lo contrario sea). Provienen de tratar de poner en palabras alguna idea que tengo al respecto. Creo que soy buen revisor, y posiblemente aceptable jurado. Nunca puse un huevo, pero creo que puedo juzgar una tortilla.

Sé también que hablo desde un sentido teórico, sobre lo que idealmente me parece que es obtener un doctorado. Del dicho al hecho hay un largo trecho; la teoría muchas veces no se puede llevar a la práctica. Siempre hay limitaciones, de tiempos, económicas, de saberes, de lugares, etc. Sin embargo, la mirada práctica y con los pies en la tierra, que muchas veces es la que manda, no debería impedir que podamos meditar sobre el ideal que perseguimos. Los especialistas en ciencias de la educación han estudiado el tema exhaustivamente. No pretendo dar cátedra sobre un tema del que no me he preparado. Sin embargo, podemos divagar respecto a lo que se certifica al conceder el grado de doctor. 

Sobre el tema de tesis

Umberto Eco1 aconseja al sufrido estudiante que dedique sus mayores esfuerzos al método de trabajo, sin importar de qué tema trate la tesis. Para él, escoger un asunto que nos resulte agradable facilita todo este proceso, pero es algo secundario. "No hay ningún tema que sea verdaderamente estúpido. Trabajando bien se sacan conclusiones útiles incluso de un tema aparentemente remoto o periférico".

Aunque generalmente no hay tanta polémica en el tipo de tesis que se exige para los otros grados académicos (licenciatura y maestría) creo que no está mal tratar de explicitarlo. Voy a decir lo que yo entiendo que debe demostrar cada tipo de tesis. Creo que lo siguiente es seguramente incompleto, o que algunos diferirán en algún grado o aspecto, pero creo que es un punto donde no hay tantas discrepancias como con respecto al concepto de suficiencia para una tesis doctoral.

La tesis de licenciatura, normalmente denominada seminario o tesina, tiene un objetivo particular, muy distinto a la de un doctorado. En mi punto de vista, un alumno de grado cumple con los requisitos para aprobar una tesina con el solo hecho de haber seguido un planteamiento y una metodología científica; no es importante, entonces, el tema o los resultados obtenidos, sino el haber demostrado que ha leído los antecedentes del tema en cuestión y ha realizado una serie de observaciones que llevan a una conclusión. Como lo que se evalúa es la metodología empleada, no son relevantes ni la originalidad, ni la cantidad de observaciones, ni obtener conocimientos nuevos. Por cierto que, ya que hacemos un trabajo de investigación, y habiendo tantos temas sencillos o cortos que son novedosos, es casi lógico hacer algo original. Pero no es un requisito indispensable.

Una tesis de maestría, maestrado, o máster, es una introducción a la investigación. Es particularmente útil obtener este grado antes de acometer el doctorado, sobre todo en carreras que no son licenciaturas, y por lo tanto no ha tenido necesariamente algún contacto con la investigación. También en este caso es importante la metodología de investigación, pero también se presta atención la obtención de resultados significativos y originales. La relevancia y la profundidad con la que se acomete el tema no es tan importante a la hora de evaluar, como sí lo es en el caso de tesis de doctorado.

Una tesis de doctorado debería demostrar que el doctorando ha realizado un trabajo original de investigación significativo para el área que lo ocupa, siendo diestro en todas las etapas de mismo, desde la concepción hasta la concreción de la tesis de doctorado. En el trayecto se ejercitan procesos básicos del pensamiento como la observación, comparación, relación, clasificación, descripción, análisis, síntesis y evaluación.

Sin embargo, si bien el hecho que el tema es relativamente accesorio en una tesis de licenciatura, la situación es significativamente diferente respecto a una tesis de doctorado. Al elegir un tema de doctorado estamos eligiendo la orientación que va a tener nuestra carrera casi definitiva. Es muy difícil cambiar de tema posteriormente (aunque personalmente yo lo he hecho, definitivamente no lo recomiendo). Por lo general invertimos tanto tiempo, esfuerzo, y recursos para el doctorado, que el cambiar de tema posteriormente es poco productivo (en el nuevo tema tendremos un tiempo improductivo para interiorizarnos, leer la bibliografía pertinente, buscar las preguntas, etc. Es decir, empezar casi desde cero). Sin embargo, se supone que la formación obtenida gracias a un doctorado nos permitirá adaptarnos, cambiar, o incluir nuevos temas con mayor facilidad y rapidez.

¿Qué significa un doctorado?

Encontramos rápidamente un sentido práctico del resultado de hacer un doctorado: nos permite continuar una carrera que de otra manera queda estancada o se termina. Es un requisito casi burocrático para avanzar en el campo de la investigación, tanto universitaria como del Conicet e instituciones afines. A veces no es suficiente, y actualmente se considera relevante también contar con un postdoctorado, que es una pasantía en investigación para profundizar la investigación del doctorado.

El concepto antiguo era que un doctorado era un proceso muy largo y totalmente autodidacta, y que veía al doctorado más bien como el broche de oro de una larga trayectoria investigadora. Actualmente la visión prevalente es, por el contrario, que el doctorado es el primer paso en el aprendizaje del oficio de investigador2. No es el broche de oro, sino el primer paso en la carrera investigadora, que después de varios postdocs, u otras experiencias, da lugar al estatuto de investigador independiente.

Digresión


Vaya a modo de divertimento esta descripción de los: “Antiguos usos y ceremonias en las universidades España y de Indias. Cómo se recibían los doctores.”

XL. A título de curiosidad conviene recordar los antiguos usos de los reales colegios y universidades, muchos de los cuales eran seguidos en el Real Colegio Carolino3. Tomaré como ejemplo los referentes a las universidades de Lima, de Charcas y de Santiago de Chile, que tenían idénticas constituciones. 

La junta de doctores y maestros recibía el nombre de claustro, por el sitio en que habitualmente se reunía. El gremio de doctores y catedráticos que tenía toda una gerarquía regular: aprendiz (estudiante), oficial (bachillero pasante), maestro (licenciado o doctor), con el correspondiente examen para pasar de un grado al otro. 

En las universidades, y probablemente en nuestro colegio Carolino, en las reuniones solemnes, los miembros académicos llevaban las insignias de los respectivos grados. Los doctores y licenciados ostentaban la muceta o esclavina de seda o raso sobre pecho y espaldas, y los primeros cubrían la cabeza con la borla, llamada así por el botón de seda filamentoso, fijo en el centro superior del bonete o birrete, y cuyos hilos se esparcían alrededor cayendo por los bordes. Esa borla doctoral fué distintivo de subido mérito y privilegios, dentro y fuera de las aulas. Los eclesiásticos llevaban las insignias sobre los hábitos. 

Los grados eran los de bachiller, licenciado, doctor en artes, maestro en artes, doctor en teología, etc. No podía pretenderse al grado superior sin comprobar haber seguido los cursos con regularidad. La aptitud era consagrada por las pruebas, y éstas consistían en lecciones o repeticiones orales y escritas, y en argumentaciones generalmente escolásticas y a base de silogismos. 

Las ceremonias y actos para el doctorado, eran solemnes, de acuerdo con las tradicionales costumbres. Relatadas hoy nos resultan ingenuas, cómicas y hasta ridículas. 

En la universidad de Chile, llamada de San Felipe en honor del rey Felipe V, que autorizó su erección por real cédula datada en San Ildefonso el 28 de julio de 1738, el aspirante a doctor pedía al rector que se le señalara día para el paseo y el grado. El paseo se hacía la víspera del día del grado. Previamente el paciente o aspirante depositaba 200 pesos en garantía de que la cena obligatoria sería bien servida. Mandaba después al rector y a los doctores legos una gorra de terciopelo, y al rector y doctores eclesiásticos un bonete del mismo género, los cuales en algunos casos podían ser reemplazados por una suma determinada de antemano. Hay que tener presente que el nuevo doctor y su bolsillo eran sacrificados en esas fiestas carnavalescas. 

Al mismo tiempo hacían los siguientes regalos: al rector, doce gallinas y ocho libras de dulces secos; al maestrescuela, ocho gallinas y seis libras de lo mismo; al doctor que servía de padrino, igual obsequio; a cada uno de los doctores seis gallinas y cuatro libras de colación; a cada maestro de artes, tres gallinas y dos libras; a cada uno de los bedeles dos libras de dulces. 

El día fijado para el paseo, el aspirante salía en procesión, dirigiéndose a la del rector. Le acompañaba una banda de música, seguía un escudero llevando de la brida un caballo lujosamente ataviado, y a un lado el estandarte de la universidad con las armas reales, y al otro las armas del graduado, pintadas sobre género. Marchaban después los bedeles con sus mazas, y detrás de ellos los maestros y doctores vestidos de uniforme y con las insignias del grado. Después, cuatro lacayos y dos pajes con bastones pintados del color de las libreas. Detrás de éstos el candidato con su padrino, aquél con el capirote puesto. 

Cerraba la procesión el mayor número de gentes a caballo que se podía reunir. Al llegar a la casa del rector, éste tomaba el puesto de honor, y en esa forma la procesión recorría las calles señaladas de antemano, volvía al punto de partida, dejando primero al rector y después al doctorando en sus respectivas habitaciones. El aspirante colocaba delante de su casa, el día del paseo y el día del grado, un bastidor con su escudo de armas bajo dosel. 

El día del grado era conducido con el mismo acompañamiento, primero a casa del rector, y después a la iglesia. En ésta había un tablado, donde tomaban asiento los doctores, maestros, y demás personajes. En una mesa se ponían fuentes de plata conteniendo las insignias doctorales y un cierto número de pares de guantes. El padrino subía a una cátedra y proponía una cuestión que el aspirante debía «disputar per utraque parte, sin fundarla ni disputarla el padrino, ni hacer más que proponerla en breves y elegantes palabras, en latín, y sin hacer oración». 

El aspirante disertaba brevemente, y después los bedeles iban a recibir al padrino al pie de la cátedra, y le conducían a un asiento colocado a la izquierda del rector, que tenía a su derecha al maestrescuela. El aspirante se sentaba junto a la mesa, y el encargado del vejamen ocupaba la cátedra y hablaba durante media hora. 

El discurso llamado vejamen, en su origen, en las antiguas universidades españolas, era una especie de sátira o diatriba en verso, contra las prendas y condiciones personales del graduando, pero después se transformó en panegírico. Refiriéndose a esta costumbre, dice un autor español: «Como la investidura del grado de doctor era el complemento de la ciencia, y la edad en que generalmente se recibía era de juventud, a la que tanto halaga el lucimiento y ostentación de los actos públicos, el graduado más reciente se dirigía al candidato a quien manoseaba a su sabor, dejándolo en ridículo ante el público, que esperaba con ansiedad y recibía con risas y aplausos las ocurrencias más desatinadas. Ya se ponían de manifiesto los defectos físicos y morales, ya los lances juveniles, y si a mano venía, los de sus padres, abuelos y parientes».

Después del vejamen el padrino pedía al rector, en una oración breve, el grado para su ahijado. Contestaba el maestrescuela con una oración en alabanza del aspirante. Toda esta oratoria era en latín. El aspirante ponía la mano sobre un misal y se arrodillaba ante el rector, quien le recibía el juramento, y después ante el maestrescuela que le confería el grado. En el régimen del virreinato del Río de la Plata era el cancelario de los reales estudios quien concedía los grados. Por último, se arrodillaba ante su padrino, quien le revestía de las insignias doctorales en la siguiente forma:

El padrino besaba al aspirante en la mejilla, diciéndole: «Recibe este ósculo de paz en señal de fraternidad y de amistad.» Luego le ponía el anillo en el dedo, diciéndole: «Recibe este anillo de oro en señal del desposorio que contraes con la sabiduría, como si fuera tu esposa muy querida. Después le daba un libro diciéndole: «Recibe este libro de la sabiduría para que puedas libre y públicamente enseñar a otros.» Luego le ceñía una espada dorada. «Recibe esta espada victoriosa en señal de milicia; pues los doctores no combaten menos contra los vicios y los errores del alma, que los soldados contra los enemigos.» Finalmente, el padrino calzaba al aspirante unas espuelas doradas, diciéndole: «Recibe estas espuelas de oro, pues así como los caballeros ilustres acometen denodadamente a los enemigos, así los doctores acometen las huestes de la ignorancia.»

Cuando el doctorado era en teología, se omitía la entrega de la espada y de las espuelas. Al darse cada insignia debía tocarse la música. Terminada esta ceremonia el padrino acompañaba al nuevo doctor a abrazar al rector y a los otros doctores. Se repartían después en nombre del recién graduado dos pares de guantes al rector y un par a cada uno de los doctores y bedeles. Se distribuían las propinas en dinero, designadas de antemano para todos aquellos personajes.

«Y el rector y doctores — dice la constitución universitaria — se irán como vinieron, por las calles que al rector pareciere, a casa del graduando, donde dará comida, siendo primero vista por el doctor diputado para que sea decente ; y de los servicios que en ella hubiere se dé su plato a cada doctor, de manera que lo pueda dar o enviar a quien le pareciere, y a la mesa de los doctores no se sienten sino personas graves cual al rector pareciere.»

Si la comida era satisfactoria se devolvía al interesado los 200 pesos que había depositado en garantía de ella, pero en caso contrario los perdía. «Y a más de ser obligado el que se doctorase — decía todavía otra de las constituciones de la Universidad de San Marcos de Lima — a dos toros que se corran en aquel día del grado en la plaza pública de esta ciudad, a la cual han de venir desde casa del doctor graduado, con acompañamiento e insignias: y acabado el regocijo, llevarán al rector a su casa, y de allí al doctor a la suya.»

[Montero, Belisario J. 1915. Un filósofo colonial. “El doctor Carlos Joseph Montero, primer 'catedrático de filosofía' en el río de la plata. Cancelario de los reales estudios durante el virreinato (1743-1806)”. (De los Anales De La Facultad De Derecho Y Ciencias Sociales, Tomo V, 2a parte, pág. 218 y siguientes). Imprenta y casa editora de Coni hermanos. Buenos aires.]

 

El doctorado es el grado máximo que conceden las universidades. Grado académico, no un título habilitante; por lo tanto, señala un nivel de formación, de habilidades, además de una certificación de saberes. Queremos decir con saberes a la adquisición de conocimientos que se tiene sobre una materia o tema en particular; es decir, si es un especialista consumado. Las habilidades se refieren a las habilidades de pensamiento que permiten planificar, ejecutar y finalizar un proyecto (de investigación).

¿Qué es lo que certificamos con un doctorado? ¿Capacidades, competencias o habilidades? ¿Certificamos una especialidad? ¿Saberes específicos? ¿Capacidad de pensar independientemente? ¿Capacidad de planificar, ejecutar y finalizar un plan de trabajo? ¿Formación para la investigación y la innovación? ¿Un buen nivel de experiencia profesional? Todas estas preguntas son válidas, y son parcialmente ciertas. Seguramente podemos encontrar más.

En muchas universidades el grado es inespecífico: por ejemplo, Doctor de la Universidad Nacional. El grado de PhD (Philosophiæ doctor) que se concede en los sistemas anglosajones, considera la filosofía en un sentido amplio, como antiguamente se utilizaba, de amor al conocimiento en todas sus formas. Pero también hay doctorados disciplinares, tanto en especialidades generales (valga el oxímoron) como Biología, Bioquímica, Ingeniería, como así también de ámbitos más acotados como el Doctorado en Medio Ambiente Visual e Iluminación Eficiente.

En los estudios de postgrado hay muchos campos diferentes, con reglas propias, que no son necesariamente equivalentes. Doctorados en humanidades, ciencias sociales, derecho, filosofía, teología, artes, etc. son necesariamente distintos a un doctorado en ciencias, en tecnología, en medicina. Cada uno tiene peculiaridades distintivas.

El doctorado en Biología de la Universidad Nacional de Tucumán comprende un ámbito interfacultades de la UNT: Agronomía y Zootecnia; Bioquímica, Química y Farmacia; Ciencias Exactas y Tecnología; Ciencias Naturales e IML; y Medicina. La idea fundamental de este doctorado es propender a la interdisciplinaridad; esta misma diversidad hace que el concepto del doctorado varíe en función del tipo de aproximación a la biología que se plantee. Y esto lleva muchas veces a confrontación, colisión, enfrentamiento, discrepancias, etc. entre los directores, doctorandos, jurados y comisiones de supervisión necesariamente heterogéneas. Si bien esta misma diversidad es lo que le da la impronta singular a nuestro doctorado, las discrepancias muchas veces terminan minando justamente la interdisciplinaridad que se persigue. En lo siguiente, voy a referirme únicamente al doctorado en investigación en ciencias básicas, en particular en Biología tal como la entendemos en la Facultad de Ciencias Naturales.

“Mucho Gre..Gre.. para decir Gre..gorio”

Luego de esta larga introducción, en donde posiblemente se discrepa en varios puntos, pero coincide en términos generales, el lector se preguntará ¿y dónde están las reflexiones? ¿Seguiremos hablando de obviedades?
Quiero ceñirme en adelante a algunos puntos que sí considero más polémicos, y en los que veo que mi opinión no es coincidente con la generalidad de mis colegas. ¿Son suficientes las tesis descriptivas para conceder el grado de doctor? ¿Los jurados pueden cambiar el curso de una tesis? ¿La comisión de supervisión debe ser miembro del jurado?

Una tesis de doctorado tiene que ser un avance significativo en el campo. ¿Qué significa “significativo”?

Este es un punto muy polémico, ya que no hay parámetros objetivos para medirlo. Y está bien que sea así, ya que la significancia varía mucho en los distintos campos. ¿Cómo lo decidimos entonces? Pues claro: llamamos a los especialistas en el campo en cuestión (jurado) y le preguntamos: ¿Considera Ud. que este es un avance significativo? Nunca va a haber uniformidad de criterios entre los distintos campos, y otra vez está bien que sea así. Pero sí podríamos estar de acuerdo en los objetivos últimos de conceder el grado de doctor. Y eso es lo que me gustaría discutir.

No debemos reglar, encorsetar nuestro doctorado en Biología, que es por definición no estructurado; es así como debe ser, ya que la ciencia básica debe ser libre de derivar por distintos derroteros. No hace falta tener un modelo único. Es más: sería contraproducente. Sin embargo, debemos definir algunos límites de los alcances de lo que consideramos un doctorado. Estos límites, por cierto, deben ser flexibles y dinámicos para adaptarse a los vertiginosos cambios de la ciencia. Es por eso que deben aplicarse con criterio académico y no con reglas burocráticas; es por eso, también, que designamos un jurado (o una comisión de supervisión) que consideramos con criterio formado, y le damos libertad académica para decidir sobre la pertinencia y valor de la tesis y del doctorando. No debemos caer en un criterio cuantitativo (cuántos cursos ha realizado, cuántas páginas tiene la tesis, cuántos papers ha producido o va a producir, etc.), sino cualitativo: una tesis doctoral no depende de la cantidad de trabajo, sino de la calidad del mismo.

¿Es suficiente una tesis descriptiva para conceder el grado de doctor?

Entonces, si aceptamos lo anteriormente dicho, podemos llegar a la conclusión de que una tesis doctoral no se evalúa solamente por la cantidad sino por la calidad de trabajo; no sólo evaluamos que sea un avance significativo en el área temática, sino si el tesista demuestra que ha adquirido habilidades y capacidad crítica independiente.

Es por eso que también en las tesis modernas el mismo concepto ha cambiado. Hasta hace poco tiempo la tesis solo debía demostrar un descubrimiento significativo, una ampliación de los saberes. Por lo tanto, era aceptable la exploración de una nueva área del conocimiento, o de una nueva área geográfica, o la descripción de una estructura nueva o no conocida en detalle; el ahondar en el conocimiento de hechos conocidos era considerado como un avance significativo. Por ejemplo, la descripción de una nueva especie, o describir en detalle una estructura anatómica, o explorar la biología de una especie no estudiada hasta el momento. Es decir que la simple (no tan simple) observación de la naturaleza era considerada suficiente. Es lo que en general yo llamo “tesis descriptivas”.

No minimizo, todo lo contrario, la importancia de describir. Describir no es una tarea fácil, y requiere de un enorme esfuerzo para hacerlo bien; describir el universo es la base para poder explicarlo. Y con describir no solo me refiero a describir una especie, o su morfología, sino a describir su biología, su fisiología, describir una molécula, o una reacción química o parte de un sistema, describir un ADN desconocido, o un ecosistema. Me refiero con este apelativo a tesis que se basan únicamente en presentar un conjunto de datos nuevos; también me refiero a describir la aplicación de conceptos, ideas o materiales preexistentes. Todas esas descripciones (en este sentido amplio) son exploratorias, son las necesarias hacer ANTES de plantear una pregunta doctoral.

Sin embargo, actualmente el grado de doctor no solo intenta certificar el trabajo, sino también al trabajador (doctorando). Por lo tanto, requerimos que demuestre su habilidad de aplicar el método científico: observación, emisión de hipótesis, experimentación (testeo, toma y análisis de datos), discusión (comparación de los nuevos datos con el conocimiento, confirmación, modificación o falseamiento de las hipótesis iniciales, y conclusiones.

Las observaciones iniciales, que disparan una pregunta, pueden provenir de la literatura o del propio director de tesis; lo que el director puede proporcionar, más que temas de tesis, son buenas preguntas que permitan emitir hipótesis plausibles y falseables. Es decir, no solo voy a explorar o ahondar en una nueva área de la ciencia, sino que lo voy a hacer porque hay observaciones preliminares que indican que esa nueva área es científicamente interesante.

Entonces llegamos a la conclusión de que no todo trabajo científico es merecedor de ser una tesis doctoral. El asunto no es tener datos nuevos, sino qué hacemos con esos datos. Si encontramos un alienígena y le sacamos una foto, es posiblemente uno de los mayores documentos científicos que podríamos imaginar; estará en tapa de todos los diarios y sería publicada en las mejores revistas científicas. Pero yo no concedería el grado de doctor solo por haber tenido la suerte de ese descubrimiento. Aunque, si en base a esa nueva evidencia el doctorando la analiza destruyendo mitos y modificando el paradigma antropocéntrico, entonces sí, creo, merece el grado académico.

Es en base a esta idea que critico las tesis “a ver qué pasa…”. La mera (no tan mera) exploración de un área inexplorada, sin otras evidencias que puedan sugerir una singularidad, muy probablemente va a terminar en una simple exploración, que puede aumentar el conocimiento, pero no lo va a cambiar.

El ejemplo por vía del absurdo que suelo utilizar es: “miremos qué hay en el fondo de mi casa, porque nadie ha publicado nada al respecto”. ¿Aumenta nuestro conocimiento? Sí, porque nadie había mirado científicamente el fondo de mi casa. ¿Es un avance significativo? No, porque en el fondo de mi casa no hay nada distinto a lo que podíamos suponer que había. ¿Es un conocimiento original, valioso y publicable? Sí, porque permite avisar al resto de la comunidad científica que no es necesario estudiar más el fondo de mi casa por que no hay nada interesante; los resultados negativos son importantísimos para el progreso de la ciencia. ¿Es un avance significativo? No, porque no cambia nuestra perspectiva del entorno de mi barrio.

Es posible, aunque poco probable, que sin otras evidencias que demuestren alguna singularidad, haya un dinosaurio vivo en el fondo de mi casa, lo cuál sería un gran descubrimiento científico (en realidad, es malísimo el ejemplo, ya que es muy probable que en el fondo de mi casa encuentre algún tipo de ave que es, justamente, un dinosaurio vivo). Los descubrimientos por azar no son raros en la ciencia; aunque en castellano no tenemos una palabra para eso, en inglés se habla de serendipity. Desde la penicilina de Fleming hasta la pastilla azul del Viagra se deben al azar en un laboratorio. Sin embargo, el jugar a cara o cruz con la vida profesional de un doctorando es muy riesgoso, y puede terminar en desastre, por lo que sería aconsejable no proponer este tipo de temas para la realización un doctorado. En cambio, si es muy recomendable y redituable para un investigador formado, explorar nuevos campos en busca de novedades: “En los campos de la observación, el azar solo favorece a las mentes preparadas” (“Dans les champs de l'observation le hasard ne favorise que les esprits prepares”. Louis Pasteur).

 

todas

Del plan de tesis a la tesis; del director a los Jurados.

Es raro que un futuro tesista ya tenga su propio plan de tesis; puede que tenga elegido un tema general. El plan de la tesis generalmente es propuesto por el director, quién seguramente ya tiene hecho un set de observaciones preliminares que disparan preguntas4. Esas preguntas son temas de tesis. Es responsabilidad del director esas preguntas sean novedosas y significativas. Sin embargo, el doctorando debe involucrarse en su confección desde el primer momento.

Según el reglamento del doctorado en Biología, el plan de trabajo que presenta el doctorando es revisado y aprobado por el Comité Académico del doctorado, en el momento de la inscripción. Me parece bien que lo revise, pero las modificaciones y/o aprobación del plan deberían hacerlas explícitamente la comisión de supervisión ya que está conformada por especialistas en el tema en cuestión. Debería ser el primer tema a tratar en la primera reunión, sobre todo si los miembros de la comisión van a terminar siendo parte del jurado. Y ese plan debería estar siendo evaluado y, si es necesario, rectificado explícitamente en cada una de las reuniones (inclusive siempre informar que el plan es, hasta ese momento, adecuado). Esta función de la comisión de supervisión, que generalmente se cumple tácitamente, debería ser mandatoria e incluida en el reglamento del Doctorado.

En la guía y formación de un doctorando en la Universidad Nacional de Tucumán hay una cadena de tres partes: La dirección, la supervisión, y la evaluación final del jurado sobre la validez y relevancia de la tesis.

El director debe ser el formador. Para mí es más importante elegir con más cuidado al director que al tema5. Un buen director debe ser el formador, y lo que pretende el doctorado es brindar formación. El director no necesariamente tiene que ser el especialista o saber más sobre el tema del doctorando, pero tiene que tener una sólida formación. Como bien dice el Dr. Minahk en el número anterior de este boletín, la función del director es seguir de cerca el trabajo, encauzarlo, aportar sugerencias; en fin, dejarle el protagonismo al doctorando.

Nuestro reglamento de postgrado permite la figura de un co-director de tesis. La idea original era que incluir un co-director iba a facilitar una formación multidisciplinaria de los doctorandos (idea central de nuestro doctorado interfacultades). En la práctica, el co-director pasó a ser como el director de menor jerarquía (por ejemplo, con menos antecedentes), lo que se demuestra en el hecho que para las categorizaciones universitarias se lo considera un antecedente menor. De hecho, conozco más de un caso en el que el verdadero formador del doctorando es el co-director, el que verdaderamente lo acompaña, ya que el director de mayor jerarquía tiene asuntos más importantes que atender. También, ambos pueden tener la misma jerarquía, o ser mayor la del co-director, pero distinto grado de involucramiento en el proyecto, etc. De todas maneras, creo que esta distinción jerárquica es espuria. Al igual que en la autoría de un trabajo, todos los que firman tienen igual responsabilidad de todo el trabajo; análogamente, si hay más de un director, la responsabilidad de la formación del doctorando es la misma y compartida. Por eso, yo propongo que en lugar de director y co-director, se opte por las figuras de “directores” sin jerarquía. Eso es bueno tanto para el doctorando como para los directores. Esta podría ser otra propuesta para el cambio del reglamento de la UNT.

Como nuestro doctorado en Biología es no estructurado (que no tiene una currícula establecida para todos los doctorandos), a cada doctorando se le designa una comisión de supervisión especialmente en función del proyecto presentado. Se espera que los miembros de la comisión sean especialistas, o tengan experiencia en el tema, para que puedan aconsejar a la dupla doctorando y director.

¿Cuál es la función de la comisión de supervisión? En el reglamento de nuestro doctorado en Biología no hay una función explícita, ni se delimitan sus atribuciones y competencias. Seguramente no es de hacer una teledirección de la tesis; ese vínculo es entre el doctorando y su dirección. Tampoco su función es evaluar la tesis, lo que será tarea del jurado. O sea, está en mitad de camino entre una función y la otra. Tiene funciones administrativas y de evaluación académica, en cuanto debe evaluar los informes del doctorando sobre los avances sobre el plan de trabajo, aconsejar y validar cursos y pasantías, ser un órgano consultivo en el que el doctorando e inclusive el director puede acudir en busca de consejo o ámbito para hacer un “brainstorm”. Pero como la comisión no sigue de cerca al doctorando más que por medio de sus informes periódicos, es imposible que la comisión pueda opinar de lo que no se le consulte; y además, las opiniones que expresa no son mandatorias, son consejos a tener en cuenta.

¿La comisión de supervisión es responsable de la calidad de la formación del doctorando? No, yo creo que no. Esa responsabilidad cae sobre el director de tesis. La comisión al recomendar y validar los cursos de postgrado o pasantías, avala el nivel y la conveniencia de hacerlo en función del plan de trabajo.

¿La comisión de supervisión es responsable de evaluar la calidad de la tesis? No, yo creo que no. Esa es la función del jurado. En muchos casos, la comisión de supervisión se siente en obligación de leer y “aprobar” el contenido final de una tesis antes de autorizar su presentación. Es cierto que el tesista y su director pueden pedir opinión, ya que cuatro ojos miran más que dos, pero no es su obligación. Si el tesista y el director están de acuerdo que la tesis está lista para su defensa, no es la comisión de supervisión la que tiene la obligación de “autorizar” o no su presentación.

Pienso que la Comisión de supervisión sí debería tener funciones de evaluación, para poder ir haciendo evaluaciones parciales a lo largo del transcurso de la carrera y produciendo verdaderas modificaciones del plan de trabajo, de las aproximaciones, y hasta de la formación. Para esto creo que es necesario que el jurado evaluador final incluya a los miembros de la comisión (exceptuando al director), además de otro jurado externo.

Actualmente, en la que el jurado es conformado por miembros totalmente nuevos y ajenos a la comisión de supervisión, ocurren algunas cosas negativas: a) Como los realmente especialistas en un tema son generalmente muy pocos, siempre se está en la disyuntiva y ponerlos en la comisión o en el jurado, en detrimento de uno u otro estamento; si se opta por los más adecuados para la comisión de supervisión, termina resultando que el jurado hay que completarlo con no especialistas. Lo mejor es unificarlo, y que los especialistas sean los aconsejadores y evaluadores al mismo tiempo. b) Actualmente el jurado tiene posibilidad de pedir cambios en la versión final de la tesis, dando un plazo limitado, pero no puede incidir en el trayecto de formación. Por lo general las observaciones de la tesis son relativamente menores; como lo que está en juego es la evaluación de años de trabajo del doctorando, el mismo jurado se ve impelido a su aprobación con más o menos observaciones. Si el jurado no quiere hundir al doctorando, está atado de manos; no hay términos medios (o son relativamente limitados). En cambio, incorporar a la comisión de supervisión al jurado hace que éste sea responsable de las evaluaciones parciales, ya que tuvo la oportunidad de emitir opinión en un momento donde todavía se podía cambiar el curso de la historia. Esta también es una sugerencia que debería contemplarse en el reglamento de postgrado de la UNT.


 1 Eco, Umberto (1977 – Trad. Castellano 1998). Come si fa una tesi di laurea, Le materie umanistiche. (Cómo se hace una tesis). Barcelona, Editorial Gedisa, 1998, vol. 5.
2 Hay varios factores que afectan el tiempo requerido, y sobre todo el tiempo disponible, para concretar una tesis. El tiempo requerido depende más del tema de tesis y de las condiciones del doctorando para acceder/generar los datos. En cambio, el tiempo disponible, generalmente depende de factores externos, como el tiempo en que se pueden mantener becas y financiación para el proyecto, la disponibilidad del doctorando para dedicarse al tema de estudio, en función del tiempo que puede requerir realizar otro trabajo para sustentar su vida, del tiempo que requiera su vida familiar, del tiempo que requiera para vivir su propia vida durante este periodo. Por lo general, al acometer un proyecto de doctorado, los factores externos tienden a resentirse por la necesidad de finalizar en un tiempo determinado (por los períodos de becas, o la necesidad de promociones, o la necesidad de finalizar para poder seguir avanzando, o cambiando de lugar, etc.)
Por ejemplo, tesis humanísticas o historiográficas permiten que los conocimientos u observaciones no pierdan vigencia con el paso del tiempo; en esos casos, la tesis puede demorarse lo que sea necesario. Pero en ciencia el torbellino de nuevos conocimientos e interpretaciones que se hacen en la actualidad, no deja tiempo para dormirse al realizar una tesis, so pena de que se vuelva obsoleta o superada antes de su finalización. Por lo tanto, desde el planteamiento de un plan de trabajo, actualizado al momento de hacerlo, hasta la concreción del manuscrito, lo recomendable es que no pasen más de 4 o 5 años.
Estos tiempos pueden acortarse si es que se ha venido trabajando en el tema con anterioridad, pero también pueden alargarse por caso de experimentos fallidos, necesidad de alcanzar observaciones estadísticamente significativas, y por supuesto problemas personales y laborales. En ciencia, creo que no pueden aceptarse, más que excepcionalmente, desarrollos de más de 8 o 10 años, debido a que los cursos de actualización realizados al comienzo, o inclusive el planteo del plan de trabajo, suelen quedar obsoletos por avances de la ciencia.
 3 El Real Convictorio Carolino o Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires se fundó el 3 de noviembre de 1783, bajo la protección de San Carlos Borromeo y del Real Patronato que ejercía en nombre del Rey de España. Carlos Joseph Montero fue catedrático y cancelario (Rector), que atendió los reales estudios desde 1773 hasta su muerte en 1806. 
4 Dice Umberto Eco (1977):
“Al sugerir los temas los profesores pueden seguir dos criterios distintos: indicar un tema que ellos conocen muy bien y con el que podrían dirigir fácilmente al alumno o indicar un tema que ellos no conocen suficientemente y sobre el que querrían saber más.
Quede claro que, en contra de lo que parece, este segundo criterio es el más honesto y generoso. El profesor considera que dirigiendo esta tesis él mismo estará obligado a ampliar sus propios horizontes, pues si quiere juzgar bien al aspirante y ayudarle durante su trabajo, tendrá que ocuparse de algo nuevo. Normalmente, cuando el profesor elige este segundo camino es porque se fía del doctorando y por lo general le dice explícitamente que el tema también es nuevo para él y que le interesa profundizar en él. … Sin embargo, hay casos específicos en que el profesor está haciendo una investigación a largo plazo para la cual necesita muchos datos y decide utilizar a los doctorandos como miembros de un equipo de trabajo. Así, él orienta durante un determinado número de años las tesis en una dirección específica… dirigirá tesis referentes a sectores particulares intentando establecer un cuadro completo de su tema. Pues bien, este criterio no sólo es legítimo, sino también científicamente útil: el trabajo de tesis contribuye a una investigación de mayor interés colectivo. También resulta útil didácticamente, pues el candidato podrá recibir consejos de un profesor muy informado sobre el tema y podrá utilizar como telón de fondo y material comparativo las tesis elaboradas por otros estudiantes sobre temas correlativos y vecinos. Si el doctorando hace un buen trabajo, podrá esperar una posterior publicación al menos parcial de sus resultados, quizá en el ámbito de una obra colectiva.
De todos modos, veamos algunos posibles inconvenientes: 1. El profesor está empeñado en su tema y coacciona al doctorando, que no tiene ningún interés por él. Así pues, el estudiante se convierte en un ayudante que recoge material aislado para que otros lo interpreten. Puesto que la tesis resultará modesta, después sucederá que el profesor, al elaborar su investigación definitiva, empleará algunos trozos del material recogido, pero no citará al estudiante, ya que no puede atribuírsele a éste ninguna idea precisa. 2. El profesor es deshonesto, hace trabajar a los estudiantes, los doctora y hace uso sin prejuicios de su trabajo como si fuera propio. En ocasiones se trata de una falta de honestidad casi de buena fe: el docente ha seguido la tesis con pasión, ha sugerido muchas ideas y al cabo de cierto tiempo ya no distingue las ideas por él sugeridas de las aportadas por el estudiante, del mismo modo que tras una apasionada discusión colectiva sobre cierto tema, no somos capaces de recordar cuáles eran nuestras ideas de partida y cuáles las que hemos adquirido por estímulo ajeno.
En cualquier caso, sin montaros un síndrome paranoico, considerad también si al aceptar un tema de tesis os incluís o no en un proyecto colectivo y valorad si merece la pena.”
5 Umberto Eco (1977): …no es tan importante el tema de la tesis como la experiencia de trabajo que comporta…. Y así, aunque sea preferible hacer una tesis sobre un tema que agrade, el tema es secundario respecto del método de trabajo y la experiencia que de él se extrae.