Lolita cantame “mas no éramos iguales” – me pedía mi abuela y yo empezaba mi actuación de su canción favorita. No sé cuántos años habré tenido, pero creo que esas interpretaciones infantiles marcaron este amor del que no me pude separar. Cantar siempre me gustó, aunque la verdad, mi timidez superaba al arte y mi única espectadora de esa época fue mi Lela. Un día estrenando orgullosa mi delantal nuevo, llegó a mis oídos la preciosa armonía de las voces de un coro y sentí como un llamado del alma: yo quiero hacer eso. Entonces me animé y emprendí la aventura de la música coral que me guio por los pasillos añejos de la escuela Normal y a través de mi adolescencia. Cuando tuve que decidir qué estudiar en la universidad ya el amor por la naturaleza había ganado su parte en mi corazón. Sin embargo, durante los años que pase en la Facu, sentía que algo faltaba mientras mi vida seguía entre clases, exámenes y días del estudiante. Con el deber cumplido y un título bajo el brazo, la vocecita interior se abrió camino en medio de los desafíos de la adultez y me encontré con una convocatoria a prueba de voces del Coro Universitario de Tucumán y así llegué con mis temores, empujada por el deseo de cantar, hasta las escaleras del Teatro Alberdi y ¡pasé la prueba! La música coral volvió a mí con fuerza durante cinco años que trajeron nuevos amigos, viajes y bellas obras corales que aún vibran en mis cuerdas vocales. La curiosidad y las ganas de aventuras nuevas me llevaron a sumarme al grupo vocal Piérides y después al Amasijo Vocal de Cámara y, en medio de esas aventuras, en el lugar y tiempo indicados, nos encontramos Dana, Diego, el Cuervo y yo, y formamos Jazziamo? Para mí fue cumplir el sueño de ser vocalista de una banda y a la vez un gran desafío: interpretar Jazz. Así fue como empecé a sondear ese maravilloso mundo que me llevó a querer aprender más, a improvisar y a componer mis propias canciones y en medio de esa búsqueda encontré a mujeres maravillosas con las que formamos otra banda: CoyuJazz. La vida no deja de sorprenderme porque hasta en la música encuentro vínculos con el ambiente lilloano ¿será que Tucumán es un pañuelo o será que mis dos amores están encadenados? Hoy puedo decir que el canto me brinda el espacio para expresarme por fuera de la rigurosidad científica y me completa. Siento que soy bióloga y en igual medida soy cantante y sin esos dos amores no podría ser quien soy.